martes, 13 de diciembre de 2011

La Estación Como Único Testigo. Cap 8.


8.- La estación como único testigo

-¿Por qué? ¿Por qué? –aullaba Mario mientras sacudía el cuerpo inerte de Roberto Massara.
-Déjalo –clamó Daniel-, lo vas a matar.
-¿Por qué? ¿Por qué?
-Déjalo –repitió Daniel.
-No –fulminó con la mirada Mario a su amigo-, va a hablar, el hijo de puta va a hablar.
Roberto Massara no pudo contener una mueca de burla.
-Y encima te reís, basura. Hablá, te digo. ¿Por qué?
-Déjalo, boludo.
El pavimento ya filtraba sangre y la noche se alimentaba con el ruido de la llegada de otro tren. El silencio se había resquebrajado como un espejo y soledad y tinieblas, una utopía ante tantas luces en ventanas y peatones ahora visibles.
-¿Por qué? Un viejo loco, un pobre ciego. ¿Qué te hizo, hijo de puta? ¿Qué mierda te hizo?

El moribundo abrió sus ojos de tal forma que pareció desgarrarse la cara. La posición cambió: Roberto Massara sujetó por la ropa al policía y en un esfuerzo sobrehumano balbuceó:
-¡Ciego! –un borbotón de sangre confundió la frase final- ¡eiogo!, maldciitrio eiogo.
Esas fueron sus últimas palabras.

FIN

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