¿Qué importa que la estrella esté remota y deshecha la rosa? Aún tendremos el brillo y el aroma - Leon Felipe
Qué puedo decir sobre las mamás que no se haya dicho ya. Miles de textos, poemas y canciones se han hecho en un intento de transmitir todo lo que la señora que nos trajo al mundo nos provoca. Pero en sentimientos así de fuertes, las palabras se quedan cortas.
Para este 10 de mayo les contaré una de las experiencias que tuve en el tiempo que he estado lejos:
Siempre he pensado que de las peores cosas que te pueden suceder como foráneo es enfermarte sin tener quien esté contigo. Una tarde empecé a sentirme muy mal, de esas veces que el cuerpo doliente se niega a dormir y no sabes cómo llegar al amanecer. Sin poder ir al cuarto de al lado para estar acompañada en la noche larga. Llegó la mañana, el miedo de no saber qué hacer y el pensamiento exagerado de que iba a morir se estaban apoderando de mi.
El reloj avanzó a una hora razonable para llamar a mi mamá, y cuando oí su voz, supe que todo estaría bien. Solo bastó un "bueno" y mis malestares se hicieron tan pequeños que apenas noté que seguían ahí. Sentí que salí de un lugar lleno de humo para respirar el aire fresco del campo. Me dijo qué hacer, me calmó, y me dio valor. Fue como si su voz tomara forma para darme un abrazo.
El efecto que me causó sigue asombrándome cuando lo recuerdo, y cada vez que le hablo con el estrés de la escuela a punto de hacerme explotar, logra que vuelva la calma.
No se cómo lo hace pero ella siempre sabe, sus cariño me acompaña a donde vaya, su brillo alumbra mis tinieblas, su mano me devuelve el equilibrio, su existencia me alimenta el corazón. Es el tesoro más valioso que tengo.
Mi mamá es mejor que el simplex o el motival, y aunque se burle de mi, la amo.